El que sabe nadar, nada. Y el que no...NADA

Cuando hablamos del deporte más completo, nadie duda de que estemos hablando de natación. Aunque esto más adelante lo vamos a cuestionar.

¿Y por qué es el deporte más completo?

  • fortalece el sistema cardio-pulmonar
  • estimula la circulación de la sangre
  • alivia dolores y tensiones
  • trabaja más de dos tercios de los músculos del cuerpo humano simétricamente
  • mejora el desarrollo psicomotor del  individuo
  • favorece una buena postura
  • fortifica los tejidos de articulaciones, reduciendo las posibilidades de lesiones, por ausencia de impacto
  • potencia la flexibilidad de los miembros
  • relaja el cuerpo
  • quita el estrés
  • reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares

Si son importantes los beneficios de la natación para cualquier hombre sano, lo son aún más en cuanto a  sujetos con capacidades diferentes o con problemas respiratorios. En efecto, la natación es ideal para individuos con asma, defectos musculares y articulares, hernias de disco, lumbalgias, discapacidades físicas, problemas motores, autismo, etc.

¡Pero ojo! ¿Cómo es practicar natación?

José venía a pileta libre cuando yo era guardavidas en un Club importante del Gran Buenos Aires.

Un hombre de 50 años aproximadamente que por prescripción médica se había acercado a la natación. El objetivo que le había propuesto el médico era bajar de peso y ponerse en movimiento para aprovechar los beneficios que arriba describí.

José se quedaba en la pileta más o menos 90 minutos por sesión. Y cada vez que salía me decía: “Estoy muerto!! Hoy le dí duro”.

Me llamaba mucho la atención porque mientras yo procuraba la seguridad dentro del natatorio, cada vez que lo miraba, lo veía en algún borde conversando con alguien.

Un día se me dio por seguir todos sus movimientos y tomar cuenta de que era lo que hacía para terminar tan cansado.

Llegó y dejó su toalla colgada en el lugar correspondiente para darse la ducha previa al ingreso a la pileta. Mientras tanto me acerqué a mi cuaderno de actas para buscar un costado en blanco e ir marcando con rayitas, los largos de 25 metros que  nadaba José, y así llevar el registro de su “fatigada sesión”.


Ni bien se zambulló al agua comenzó a charlar con una señora que ya estaba estirando para irse.

Me la pasé durante todo el tiempo que estuvo en la pileta espiándolo de reojo y anotando su haber de metros nadados.

Mi sorpresa fue cuando salió y contabilicé todas las rayitas que había escrito.

¡Adivinen cuantas piletas nadó!

12…(¡!)

Ustedes se preguntarán si es mucho o poco. Los que nadan ya saben la respuesta.

Para que tengan una idea se los voy a traducir en tiempo.

José para hacer 25 metros tardaba alrededor de 40 segundos.

40 (segundos) x12 (piletas) = 8 minutos

Es decir que de casi 90 minutos que estaba José en el agua, sólo 8 ejercitaba.

Esto tiene una explicación:

José nadaba con una técnica incorrecta. Pero eso no era el problema principal, sino que ni siquiera tenía adquirida la capacidad de respirar en el agua.

Respirar en el agua requiere de una correcta ambientación en este medio ya que es diferente a cuando respiramos fuera del mismo.

Ejemplo:

Cuando estamos fuera del agua prácticamente la respiración es inconsciente, inspiramos por la nariz sin esfuerzo y simplemente al relajarnos el aire sale de nuestros pulmones, por diferencia de presión. Es una expiración pasiva.

En cambio dentro del agua tanto la inspiración como la expiración son activas. Debo tomar aire por la boca y soplarlo debajo por nariz y por boca. Esto ya lo hace diferente y requiere de un aprendizaje.

José lo que hacía era tomar aire y retenerlo en los pulmones (apnea) y aguantándolo braceaba y pateaba tenso y veloz hasta el otro borde. Cuando llegaba inhalaba desesperado y muy agitado. Esto lo hacía demorarse muchísimo en cada punta hasta recuperarse y así luego, poder lanzarse nuevamente en la conquista de otro largo.

Sumado a que sociabilizaba con cualquiera que se encuentre a su lado, el resultado de esto era 90 minutos de inmersión, 8 minutos neto de ejercicio con un saldo de un hombre agotado físicamente y con la creencia de que había trabajado muchísimo su cuerpo.

Al descubrir esto simplemente no tuve más que contarle lo que había descubierto y recomendarle que tome clases con un profesor para adquirir las destrezas necesarias y hacer más efectiva su jornada en la piscina.

Este tipo de situaciones  no sólo las vi con José, sino que otras personas también han pasado por esto. Es por eso que yo recomiendo siempre, y en cada disciplina, instruirse con un profesional para aprovechar al máximo el tiempo que se está invirtiendo y conseguir los resultados que se esperan.

La ambientación en el agua también es parte de LA BASE que hablamos en la nota anterior. Las formas básicas de movimiento.

Si nunca tuviste la oportunidad de aprender a nadar, nunca es tarde, a cualquier edad es posible.

José es mi tío. Y hoy con 60 años puede nadar 60 minutos sin parar.

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